¿Qué nos pasa a los argentinos que no sabemos convivir en el disenso y nos hemos convertido en una suerte de "opinólogos profesionales"?
Toda vez que se produce un choque de posiciones, las ideas desaparecen para dejar lugar a los enfrentamientos estériles. En medio de este derroche de energías, los "sectores" salen de su ostracismo natural para convertirse en primeros actores del egoísmo y la pertenencia.
Las "partes" empiezan a tener "vida propia", producen una sensación de fractura, hostigando al pueblo que los mira desde el lugar "obligado" del llano.
Muestran sus peores caras en sus execrables facetas, y en ese camino, debilitan la "idea democrática" simplemente para demostrar lo que son.
No hay posibilidad de diálogo, el acercamiento de posiciones parece una utopía, las únicas palabras posibles no son construcciones para una solución. En cambio se trata de una lucha para ver quien se queda con el pedazo más grande de la torta o lo que es mucho peor quien se queda con la torta entera.
Escrachan en Tucumán, nada menos que en Tucumán, a los legisladores que no les dieron el voto en el Congreso, y en una actitud despótica y deshumanizada les tiran "¡huevos!".
Sí ¡HUEVOS!, en una provincia donde la desnutrición mata por exterminio no planificado, dentro de una absurda guerra subyacente, que no por olvidada, deja de batallar cada día.
Y uno piensa que "no entienden nada", que los lugares que ocupan son inmerecidos. Los unos y los otros.
Que así es imposible forjar un país justo. Que indudablemente para que unos tengan, muchos no tienen que tener nada.
La sensación de tristeza nos agobia el alma.
El periodismo, como siempre, toma y hace tomar partido.
Es una especie de "tercera posición" entre estos intereses encontrados. Lejos de ayudar a clarificar, profundiza las diferencias. Prioriza su afán de protagonismo opinando siempre desde un "interesado criterio".
Se esconden detrás de una "libertad de prensa que no existe" para manipular la información y demostrar que son verdaderos "defensores de la libertad de empresa".
En el fondo los entiendo, todos cuidamos nuestro trabajo, aún a pesar de nuestras ideologías, pero no nos expongan a discursos falaces cuando los distinguen con un premio, que de última todos sabemos que es "tongo" (Aclaro que no lo digo por Lanata).
Quizá la premisa económica los envuelve de tal forma que lo único que pueden hacer es arrimar agua al molino, pero nosotros, los que los miramos, los que de alguna manera le damos el pan de cada día, sentimos una profunda frustración.
Porque señores, esta opinión pública anónima es la que les permite a ustedes: los políticos, los periodistas, los ruralistas, ser.
Este pueblo olvidado es el que limpia la mierda que ustedes ya no quieren limpiar. Hace los trabajos que ustedes ya no quieren hacer. Existe y coexiste, aunque ustedes lo ignoren, lo humillen y les falten el respeto.
