Muchas
veces leyendo artículos o editoriales de “intelectuales” observo que tratan de explicar lo que no entienden y, por
supuesto, terminan sacando alocadas conclusiones que van desde la coptación, el clientelismo, el
aparato, hasta, cuando no, “el régimen”.
Estos libre
pensadores intentan interpretar al pueblo argentino.
Cuando ese pueblo
elige a Cristina por más del 54%, dejan el análisis e ingresan en la calificación, donde el carácter democrático se pone en duda ya que vota lo que ellos despectivamente llaman “populismo”…
Entre otras cosas, no comprenden, porque piensan a su pueblo desde una
matriz foránea. Están atravesados por un cristal teñido de amor a todo lo extranjero
y, desde ese lugar ajeno, porque no tienen pertenencia aún viviendo en
estas tierras, aspiran a entender el comportamiento de un colectivo social por el que sienten total
extrañeza.
Esta corriente
de pensadores “cool”, junto a un cúmulo de académicos conservadores, han forjado
y forjan la mente de una clase media que por influencia en su educación resulta
vaciada de contenido nacional, distante al sentir patriótico de nuestros más
caros representantes y admiradora de cualquier personaje que pertenezca a la América del Norte o a
Europa.
Se sienten
europeos, aunque en Europa los consideren “sudacas”…
Aman la
inmigración que vino de aquellas tierras, como odian la que ingresa desde los
países de la América
del Sur.
Desprecian a
los paraguayos, aunque ellos mismos “importen” desde allí las nanas para sus
hijos o “se sirvan” de los bolivianos porque les trabajan jornadas de catorce
horas…
Los
caracteriza el cinismo… Los define la arrogancia… Los defenestra la vacuidad…
Viven en barrios
cerrados, para sentirse a salvo de sí mismos.
Hablan de
la inseguridad para señalar a los “chorros de la villa” y omiten con descaro a
los ladrones de “guante blanco”, conspicuos vecinos de sus barrios.
Hablan de
los “vagos de los planes” y se hacen los distraídos cuando reciben el 70% de
subsidios en los colegios privados. Subsidios que salen de una caja donde aportan los pobres, que no pueden evadir el I.V.A.
por ser consumidores finales y a la que contribuyen calladamente para mantener el
privilegio de los bolsillos pudientes sobre una posibilidad cierta que sus
hijos ni siquiera puedan asistir a una escuela secundaria…
Y siguen
con la cantinela de la asignación diciendo que ahora no van a parar de hacer
hijos para que se los mantengan ellos.
La historia
de siempre: la falta de solidaridad de los que más tienen frente a la
solidaridad de las mayorías empobrecidas por la explotación.
El
desvergonzado porcentaje de trabajo en negro sólo puede ser posible desde la
evasión de impuestos.
Gracias a
este modelo económico muchos han podido jubilarse. Pagando una moratoria que debió abonar un
empleador que se la llevó de arriba. El
jubilado abona sus aportes, pero sus empleadores no.
Todos miran
para el costado en una suerte de circo sin payaso donde nada es cómico ni
risueño…
Los intelectuales
hablan, los periodistas escriben, los escritores opinan y la rueda gira y gira
sin parar…