Indudablemente este clima de libertad, “tan cuestionado”, nos convoca como mudos testigos de asombrosos encuentros y desencuentros.

En el día de ayer muchos periodistas “independientes” manifestaron frente al Congreso en contra de la Ley de Medios.

Hasta ahí suena lógico.  Muchos de estos periodistas ganan sueldos muy elevados y es natural que defiendan su posición de privilegio, que por otro lado ha sido evidente durante estos más de 25 años. Las mismas caras, los mismos hombres que, ubicados en una u otra vereda, según el caso, nos han desinformado durante este largo ostracismo donde han arriado todas las banderas del derecho ciudadano a la información. 

El inefable acompañamiento que estos señores profesionales han recibido de la “Mesa de Enlace” (cuyo nombre pareciera emblemático) no deja de sorprenderme, pero por lo obvio.

¿Tal vez devolución de gestos?

Porque es muy claro que un hombre como De Ángeli no puede estar defendiendo la concentración de los medios cuando condena la concentración sojera de la Argentina, o por lo menos no debería, simplemente como concepto de coherencia.

Lo peor que nos está pasando a los argentinos es recibir la información y repetirla una y otra vez, como “loros”, sin argumentos, sin debate, con un simple y contundente porque sí.  Así respondemos a los temas que los medios instalan, no nos preguntamos nada, nuestra mirada no va hacia ningún lado.

Si, como dijo una famosa encuestadora, La ley le interesa a poca gente, es porque el derecho a la información es vulnerado permanentemente.

En el fondo no estamos discutiendo la ley por sí misma sino las cosas que hay detrás de ella, no nos engañemos.  Entre las más notables está el manejo discrecional de los temas que se instalan, porque son siempre funcionales a alguien:  

Ayer el dengue, después la gripe A, hoy el caos de la ciudad con los piquetes y cortes de rutas. 

Los mismos cortes de ruta que consintieron cuando venían del campo.

La ciencia de la comunicación tiene recursos suficientes para desviar la atención y lo que es peor para instalar una mirada determinada en la sociedad.

No es casualidad que la sociedad más opositora a este gobierno consuma determinados medios, es estadísticamente cierto.  

No pueden argumentar por qué piensan así porque ni ellos mismos lo saben.  Para corroborarlo hay que pararse en una esquina cualquiera de la ciudad y preguntar qué piensan de algo y una vez obtenida la respuesta repreguntar desde donde se informan.  No hay posibilidad de zafar piensan lo que dice que tienen que pensar los medios que los “informan”.

Personajes como Mirta Legrand, que reconoce no haber leído la ley, dice muy suelta de cuerpo que es una “ley mordaza”.

Instala, sin medir consecuencias, la idea de algo que no argumenta.  Y así indefinidamente podría citar miles de casos.

Si bien la discusión de una ley debe ser siempre importante, en el caso de ésta, es más que “particularmente” importante y lo es  por todo lo que representa y hay detrás de ella.

Si miramos para atrás durante la década menemista donde las concentraciones en general, se hicieron tan profundas, la información que recibía la ciudadanía sólo hacía referencia al Menem "estadista" defendiendo la posición de las privatizaciones y desinformando permanentemente para no abrir ninguna puerta al debate.

El problema que hoy tiene la sociedad es que no sabe o no puede analizar el discurso que recibe porque no es capaz de preguntarse

¿Qué quieren decir con lo que dicen?

Es una pregunta simple pero muy importante porque un discurso cualquiera puede querer decir muchas cosas, está en el receptor analizar esto.

Lamentablemente frente a tanta falta de ética y pelea por intereses estamos obligados a mirar más allá de todo lo que escuchamos.

No perdamos de vista que detrás de la concentración de medios más desvergonzada de la Argentina está la concentración del poder económico más grande donde lo escandaloso es esta distribución de la riqueza. 

Tengamos memoria, criterio y sabiduría para mirar por encima de la coyuntura caprichosa que nos quieren imponer. 

La libertad no es una conquista permanente, es un trabajo arduo de todos los días.